El secreto de la imagen de Cristóbal Colón
Desde el siglo XIX, unos han visto en la figura del Almirante Colón al defensor de las virtudes de España; otros, al responsable de la destrucción de los pueblos indígenas, mientras que otros aluden a su intervención y labor crucial para la expansión del poder de las coronas íberas, un “soldado” al servicio de la católica España.
Hoy voy a detenerme en uno de los personajes históricos más relevantes de la humanidad. En las últimas fechas han salido a la luz numerosos estudios que intentan demostrar la presencia del hombre europeo (e incluso asiático) en tierras americanas antes de la llegada de Colón. Lo cierto es que todo ello tiene sentido si atendemos a varias hipótesis anunciadas décadas atrás por algunos investigadores que aludían a la posibilidad de que el navegante conociese historias de nórdicos que pisaron extrañas tierras. Lejos de todo ello, lo importante del asunto es determinar que el “descubrimiento” tuvo sentido en el momento en que un estado moderno pudo hacer frente a una serie de condicionantes de una magnitud similar a las estructuras necesarias vistas por ejemplo en el Imperio Romano. Pero no es de esto de lo quiero hablar, sino del misterio que aún hoy día rodea la figura de Cristóbal Colón.
Lo cierto es que, más allá de todas estas interpretaciones más o menos historiográficas, la relevancia del personaje se ha desvirtuado sobremanera; y es que ante una figura tan compleja y con tantas connotaciones, la representación de la misma, se antoja cuanto menos, igualmente compleja de analizar. Por eso, una de las mejores maneras de apreciar a Colón en el imaginario colectivo a lo largo de los siglos es seguir el discurso iconográfico, porque no trata a Colón como sujeto de estudio, sino a Colón desde la perspectiva social y política de cada momento. Aún con todo, de lo que no queda la menor duda es que el Almirante no tuvo una trascendencia magna en su época, frente a otros conquistadores, caso de Hernán Cortés, conquistador de México. Posiblemente, la única representación pictórica en España que quede del periodo más vinculante con su logro sea la Virgen de los navegantes, un óleo sobre lienzo de Alejo Fernández y fechado entre 1531-1536, concebido como tabla central de un retablo para la capilla de la Casa de la Contratación, en la actualidad en el Real Alcázar. El profesor Enrique Valdivieso (VALDIVIESO: 1986) ha determinado que el personaje que aparece en primer plano, a la izquierda de la Virgen, y más próximo al espectador, podría ser Colón, y estaría acompañado por otros importantes navegantes como Hernán Cortés y Francisco Pizarro, además de otros tantos navegantes no identificados hasta la fecha.
Alejo Fernández: Virgen de los navegantes, óleo sobre lienzo (entre 1531-1536). A la derecha, detalle de Cristóbal Colón |
La importancia de la obra es mayor si tenemos en cuenta que podría tratarse, por su datación, de la pintura más temprana cuya temática es el descubrimiento de América, rivalizando con la obra del pintor flamenco Jan Mostaert titulado Paisaje con un episodio de la conquista de América, recientemente adquirida por el Rijksmuseum de Amsterdam.
Jan Mostaert: Paisaje con un episodio de la conquista de América |
Lógicamente no es la única representación de Colón que ha llegado hasta nuestros días, de entre los que destaca el retrato realizado por el veneciano Sebastiano del Piombo varios años antes a los ya mencionados, siendo fuente de inspiración para los artistas del siglo XIX. Tampoco debemos dejar pasar por alto, la trascendencia de este retrato, y sus posteriores connotaciones identitarias y de procedencia del Almirante, muy destacadas por Italia desde mediados del XIX (CASTRO BRUNETTO: 2006), ensalzando el origen genovés del mismo.
Sebastiano del Piombo: Retrato de Cristóbal Colón, óleo sobre lienzo |
Así y todo, hasta mediados del siglo XIX, el Almirante quedó relegado al ostracismo del imaginario colectivo, una figura casi olvidada y tan solo rescatada por determinados intereses muy particulares. Lo hace en España, tras una primera mitad de siglo español lleno de complejidades políticas y sociales, así como de belicismos tanto fuera como dentro de sus fronteras, enmarcado el romanticismo propio de la época y de la mano de un género artístico particular como fue la pintura histórica, auspiciada por las Reales Academias de Bellas Artes y amparada por la burguesía. No es tan extraño; si lo pensamos detenidamente, el nuevo poder liberal debía buscar una nueva legitimación, y la Historia le servía para justificar el nuevo sistema político, desarrollando una visión sobre la historia de España basada en la unidad y la gloria por el descubrimiento y la conquista del continente americano. Posiblemente con miras a recuperar ese pasado glorioso y salir del ostracismo internacional en el que había caído el país. El periodista Pando y Valle (1849-1911) lo expresaba en siguientes términos:
“[de] la festividad […] han de surgir nuevos rumbos para los pueblos que cuentan como su gloria mayor tener por lazo de unión en los siglos, al más eminente de los descubridores, el más grande de los hombres” (La Provincia, 12 de abril de 1888)
De lo que se estaba hablando no era ni más ni menos que de sistematizar los cimientos de España, trazar la definición de España como entidad nacional y su espacio en la Historia de la Humanidad. En este contexto debemos situar la visita de los Duques de Montpensier al ex-convento franciscano de la Rábida en el año 1854. Tras la exclaustración del convento como consecuencia de la desamortización de Mendizábal, el estado del edificio cayó en desgracia y las críticas por el lamentable estado del inmueble que acogió a Cristóbal Colón no se hicieron esperar.(GONZÁLEZ GÓMEZ:1986) Tras la restauración costeada por los Duques, iniciada en 1854 y finalizada un año más tarde, 1855, en 1856 el humilde monasterio de Santa María de La Rábida es declarado Monumento Nacional, en atención a los recuerdos históricos que atesora.
En esa revalorización histórica de los hechos gloriosos de las gestas y hazañas pasadas, la figura de Cristóbal Colón comienza en verse como uno de los héroes de la historia de España. De ese modo, la presencia de Colón en Palos de la Frontera, su estancia en el convento de La Rábida, donde buscaría los apoyos necesarios para plantear su proyecto a los Reyes Católicos, la firma de los acuerdos de Santa Fe, la partida desde la localidad de Palos, el arribo a la isla de Guanahaní en 1492 y el resto de sus hechos y asuntos americanos, serían empleados por numerosos artistas en la elección de sus motivos temáticos. Pocas líneas atrás se ha hecho referencia a la restauración efectuada entre 1854 y 1855 por los duques de Montpensier en el monasterio de Santa María de la Rábida. Por entonces, los afamados mecenas no se limitaron a consolidar el inmueble, sino que también donaron varias pinturas de temática histórica para decorar y ambientar las estancias interiores del antiguo cenobio franciscano. Este ejemplo fue seguido por otros donantes. Todo ello refleja la exaltación de la Monarquía y de los actos heroicos protagonizados por la Corona. Algunos ejemplos de estas obras cedidas al convento y en relación a la figura de Colón, destacan Llegada de Cristóbal Colón a La Rábida en 1485, un óleo sobre lienzo de Juan Cabral Bejarano, Llegada de Colón a América. «La tierra anhelada », óleo sobre lienzo de autor desconocido o Muerte de Colón, óleo sobre lienzo de José María Rodríguez Lozada, esta última fechada en 1898.
Pero este contexto artístico focalizado al enaltecimiento de la historia del país no se limitó al ámbito pictórico. La figura de Colón, su historia sus actos, decisiones, experiencia naval y cartográfica, relaciones, etc., abarcan espectros culturales más amplios, sobre todo, como ya se ha apuntado anteriormente, porque lo que importaba realmente, en aquellos momentos de exigencia de legitimación política, era que el imaginario que presuponía Colón respondiese a la política del momento y que el recurso a su figura, engrandecida por lo que ya sería denominado pomposamente como la gesta del descubrimiento, sustituyese a la realidad histórica. En ese sentido, la literatura también se sube al barco del enaltecimiento de Colón, probablemente influenciada por ese deseo de esbozar y aclarar la importancia del Almirante para el futuro de España.
Lo interesante de este asunto no era la calidad de las obras, aspecto que hasta cierto punto quedó relegado a un segundo plano (como lo hizo también el propio Colón y la veracidad de sus hechos) sino como ya se ha apuntado anteriormente, la búsqueda del engrandecimiento de la nación y la legitimación del nuevo orden político. Por ello, tampoco es de extrañar que dentro de esa orquestación proselitista se impusieran determinados iconos gráficos que marcarían un estilo, una época. Así tenemos la obra de Dióscoro Teófilo de la Puebla, Primer desembarco de Colón, pintado en 1862. Una obra que va lograr reunir todos y cada uno de los elementos de esa nueva iconografía que se desea implantar en el subconsciente de los ciudadanos. A saber,
- Colón tomando posesión de las nuevas tierras con su espada apoyada en el suelo.
- De rodillas dando gracias a Dios.
- Aguantando con una de sus manos un pabellón de Castilla.
- Un franciscano a su lado bendiciendo al Nuevo Mundo.
- Numerosos marineros castellanos reconociendo su logro y desembarcando para iniciar una labor mucho más compleja que el simple viaje como es la evangelización.
- Un nutrido grupo de indígenas flanqueando la escena, estupefactos ante la llegada de los conquistadores.
Dióscoro Teófilo de la Puebla: Primer desembarco de Colón (1862) |
Esta iconografía de la llegada de Colón a América se repetiría recurrentemente, y un ejemplo de ello lo encontramos en la reproducción de la empresa impresora estadounidense Currier and Ives titulada Colón toma posesión del Nuevo Mundo (1893), que actualmente se encuentra en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América, en Washington D.C. y que como se puede observar en la imagen inferior, repite todos los elementos iconográficos de la obra de Dióscoro Teófilo de la Puebla.
Currier and Ives: Colón toma posesión del Nuevo Mundo (1893) |
A medida que el fin de siglo llegaba, y los preparativos para la conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América se aproximaba, numerosas localidades de especial renombre tanto de España como de América, comenzaron a erigir numerosos monumentos que tenían como protagonista al Almirante Colón. Lo interesante del asunto eran los intereses más o menos ocultos que éstos actos contenían.
El artículo de Núñez del Pino, titulado “La celebración del IV Centenario del Descubrimiento de América en Huelva a través de La provincia. Proyectos y realidades (1880-1892)”, es un claro ejemplo de cómo los empresarios onubenses se volcaron en estas celebraciones con unos claros tintes económicos y políticos, ya que constituían una magnífica ocasión para demostrar al resto de España su flamante crecimiento económico al calor del éxito de las industrias mineras extranjeras afincadas en la provincia.
Pero evidentemente, no fue el único ejemplo que podríamos destacar. Entre ellos destaca el madrileño Monumento a Colón, una estatua del Almirante sobre una columna de estilo neogótica de Arturo Mélida y Jerónimo Suñol que se encuentra en la plaza del mismo nombre formando una isleta en el Paseo de la Castellana. Muestra a Colón señalando con el dedo índice, no a América, como se ha afirmado por mucho tiempo, sino al destino de España: el Nuevo Mundo. Una obra que casa perfectamente en iconografía con su hermana barcelonesa y que da también sentido reconocimiento de la extraordinaria labor aventurera del navegante.
Barriendo un poco para casa, en Sevilla también contamos con algunos elementos que están íntimamente relacionados con la figura de Cristóbal Colón, y que tal vez, por la singularidad del espacio en el que se encuentra, pase hasta cierto punto desapercibido. Hablamos, cómo no, de la monumental Tumba de Cristóbal Colón de la Catedral de Sevilla, que cuenta con una curiosa inscripción que reza así:
“Cuando la isla de Cuba se emancipó de la Madre España, Sevilla obtuvo el depósito de los restos de Colón, y su Ayuntamiento erigió este pedestal”
Tumba de Cristóbal Colón en la Catedral de Sevilla, diseño de Arturo Mélida |
Más ejemplos también los encontramos en las islas Canarias. En concreto, en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria encontramos un hermoso busto marmóreo del escultor italiano Paolo Triscornia di Ferdinando.(QUESADA ACOSTA: 1996) La escultura responde a los antecedentes iconográficos italianos y el busto está inspirado en la pintura de Lorenzo Lotto y su influencia en el grabado de finales del siglo XVI y el gusto manierista.
A la izquierda, Retrato de Colón realizada por Lorenzo Lotto. A la derecha, Monumento a Colón, de Paolo Triscornia di Ferdinando |
El IV Centenario del Descubrimiento de América, generó toda una oleada de representaciones artísticas en torno a la figura del Almirante genovés, y tanto en Europa como en América, las representaciones no faltaron.
En Europa, Alemania, Italia, Portugal o Reino Unido; en América, Venezuela, Uruguay, México, Cuba, Colombia, Chile Bolivia, Argentina o EEUU, se dejaron llevar por la figura y la simbología del Almirante, en una época de convulsión política, de cambios mundiales, de legitimación nacional y de búsqueda de intereses políticos y económicos.
FUENTES:
ÁLVAREZ JUNCO, José: Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX, Madrid, 2001. p. 48.
CASTRO BRUNETTO, Carlos Javier: “La imagen de Cristóbal Colón en el arte”, en CATHARUM Revista de Ciencias y Humanidades del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, nº 7, 2006. p. 7.
GONZÁLEZ GÓMEZ, Juan Miguel: “La Rábida y las pinturas colombinas del siglo XIX” en Actas V Jornadas de Andalucía y América, 1986. p. 189.
QUESADA ACOSTA, Ana María: La escultura conmemorativa en Gran Canaria (1820-1994). Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, 1996. pp. 58-68.
VALDIVIESO, Enrique: Historia de la pintura sevillana. Fundación Fondo de Cultura de Sevilla - Ediciones Guadalquivir, Sevilla, 1986, p. 55.
Diario ABC, 05/07/2013. En www.abc.es/cultura/arte/20130705/abci-rijksmuseum-compra-primer-cuadro-201307041956.html
La Provincia, 12 de abril de 1888. En www.huelva.es/portal/es/la-provincia-1880-1937 (15/04/2015)
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