La difusión del patrimonio en la gestión global del patrimonio
La difusión del patrimonio es una gestión cultural mediadora entre el patrimonio y la sociedad.
Decimos que es gestión porque implica un proceso complejo que abarca documental, valorar, interpretar, manipular, producir y divulgar no ya el objeto en sí mismo sino un producto comprensible y asimilable en relación con su pasado histórico y su medio presente. también es cultural porque se opera con la obra del hombre, tangible e intangible, pasada y presente, que rodea e influye en el ciudadano de hoy hasta ser parte misma de su historia y por tanto de su identidad. También es mediadora porque requiere de una política, de un programa y de una técnica y un soporte material independiente del objeto y ajena al sujeto que la recibe.
Es la actividad que permite convertir al objeto patrimonial en producto patrimonial, a través de un proyecto que integre la interpretación en sí, es decir, la materialización de la definición conceptual del bien convertido en mensaje apropiable e inteligible, y la comunicación comprendida como un proceso de identificación y satisfacción de las necesidades del usuario, y que implica un conjunto de actividades destinadas a dar a conocer, valorar y facilitar el acceso a la oferta cultural.
La puesta en valor está vinculada con un proyecto, una operación espacial para establecer un orden de ese espacio y jerarquizar sus funciones en un proyecto total que constituya su adecuación y puesta al día. el proyecto es un instrumento y una metodología de intervención del que se pueden desagregar dos componentes esenciales: el cultural y su formalización.
El primero es producto final de un proceso de investigación histórica donde se vincula la historia del bien, la cultura del lugar y el mensaje que ese bien debe transmitir al visitante, un concepto amplio que implica la comprensión cabal del bien por el usuario y su apropiación intelectual.
El segundo componente es la formalización del mensaje operado directamente sobre el bien, instrumentando a partir de la cultura proyectual y trabajando con el espacio. Ello implica diseño, organización, jerarquización de espacios y funciones, conservación.
No obstante en esto que acabamos de decir existen algunas matizaciones realizadas por expertos. Si acudimos al diccionario y buscamos el término interpretar este significa explicar lo obscuro, es decir sacar deducciones de un hecho. Si por el contrario buscamos presentar, esto se define como poner una cosa en presencia de uno, es decir introducir. Según estas dos definiciones a través de la interpretación podemos explicar al público aquello que normalmente está reservado a los eruditos y permitir así a los no iniciados en la materia conocer el legado histórico que les pertenece.
Pero si nos alejamos de esta didáctica académica o de la misma pedagogía escolar y nos embarramos un poco podemos considerar que interpretar el patrimonio es reciclar los conocimientos científicos de tal manera que pueda ser digeridos, o lo que es lo mismo conseguir que sean entendidos por el gran público. por medio de la presentación, la cual está basada en efectos visuales y sensoriales de diferentes tipos, facilitamos al público el acceso a dicho conocimiento. Pero no nos engañemos, no se trata, como algunos pudieran pensar, de un simple lavado de cara, un vestido nuevo y un poco de maquillaje para que el bien sea más atractivo y de esa forma consiga una mayor cotización genérica. La idea consiste en crear una experiencia global en la cual el visitante puede ser partícipe de visualizar lo que no existe; en convertir el objeto patrimonial en placer sensorial y mental sin destruir su autenticidad. Pero seamos honestos nada de esto es contrario al desmerecimiento de un beneficio económico o de otras aportaciones que se puedan conseguir en pro del bien o de la comunidad en la cual se suscribe el bien.
Queda claro pues que tanto la presentación como la interpretación así como su eco visual, es un vehículo mediador entre el público y el patrimonio; algo que facilita sin duda el conocimiento de los valores culturales inherentes en el patrimonio histórico y artístico, y en consecuencia, despierta la conciencia sobre la importancia de su protección y conservación para beneficio de la sociedad en general.
Llegados a este punto permitidme que sentencie con una simple a la vez que certera afirmación:
“no se puede valorar lo que se desconoce y no se puede conservar lo que no se valora”
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